La fuerza de la cultura organizacional reside en los colaboradores que la conforman, representando el talento de la empresa. Es esencial fomentar el desarrollo de nuevas habilidades tanto a nivel individual como organizacional para adaptarse al cambio. Los líderes juegan un papel clave en impulsar estos cambios y transmitirlos con convicción. La cultura sirve como el vínculo que proporciona orientación en todo el proceso de transformación.

Los nuevos métodos, impulsados por la tecnología y fundamentados en datos, buscan la eficiencia y la mejora continua. El objetivo es aumentar la agilidad y eliminar o reducir actividades que no aportan valor. Estos métodos surgen en todas las áreas y se mejoran de manera equilibrada para maximizar su impacto.

La tecnología actúa como el motor que impulsa nuevas experiencias tanto para los colaboradores internos como para los clientes finales. Sin embargo, su simple adopción no garantiza el éxito en la transformación digital; debe ser aprovechada por las personas y aplicada a los procesos de manera efectiva. La tecnología está en constante evolución y mejora para adaptarse a las necesidades cambiantes.